No hay nada que podamos hacer. Estamos en el pedo de nuestras vidas. Tremenda debacle existencial. Inevitablemente la historia ya nos juzgará como la generación que alguna vez eligió a Trump
Al menos que usted viva en una de esas utopías nórdicas, los debates públicos de su realidad pasan por contextos un tanto más “dramáticos” y reales -por así decirlo-. Ya sabe,
Hoy, en un capítulo más de “México y su trenecito chu chu del mame” la conmovedora historia de Alexa Moreno: gimnasta #31 del mundo, mexicana, carismática y rellenita. La historia comienza
“Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia” atinaba Balzac en un relativismo simplón condenando toda posibilidad real de una verdad universal (o genérica). Habemos quienes creemos que eso es asequible.
“El mundo se divide, sobre todo, entre indignos e indignados, y ya sabrá cada quien de qué lado quiere o puede estar…” Aquella frase de Galeano -inmune al tiempo- esquematiza la
Te vomito yo, te vomitas tú, te vomitamos todos. El otrora acuñador de frases demagogas célebres (y mamonsísimas) como el “resolveré Chiapas en 15 minutos” o populacherísimas como el “hoy, hoy,
Pues que ha anunciado su (talentosísimo) Presidente que el nuevo estado de derecho nacional ya incluye la modalidad de pago de condena por la vía del arrepentimiento. Palabras más palabras menos:
Pero ahí voy de inconsciente a leer el periódico en Sábado. Solito me lo busqué. Errare Humanum (y “merecidum”) Est. Será la resaca, tal vez. Como sea, por ahí noté que
Fui al Oxxo, regresé, y a Turquía ya le habían golpeado el Estado. Estaba a nada de superar la negra noticia de los muertos masacrados en Niza y pum: esto. Ya no
Ese será el título de mi próxima autobiografía. Muy ad hoc lo siento. Así como todo mío. Todo yo. Ahí en esa oración se resume mi ínfula vida. Qué pinche padre.