Hoy, en un capítulo más de “México y su trenecito chu chu del mame” la conmovedora historia de Alexa Moreno: gimnasta #31 del mundo, mexicana, carismática y rellenita. La historia comienza con una niña atleta, que a punta de muchos huevos (eso que ni qué) logró asistir a los Juegos Olímpicos de Río y competir con las mejores gimnastas del mundo. Hasta ahí todo bien. Buena historia. Inspiracional (para algunos). Supongo.
Un par de memes y comentarios burlescos después sobre la complexión robusta de la gimnasta, y el país se ha sumido en la tragedia nacional del: “Por eso no avanzamos”… “No hay peor enemigo para un mexicano que OTRO mexicano”… “Somos unos malinchistas”… En fin. Ya saben, esa historia de golpes de pecho patrióticos que entusiasma tanto a los intelectuales nuevos de las redes sociales. Los terroristas de la moral.
Lo cierto es que, por alguna razón, se ha generado una idea universal (e irrefutable) de que el “deportista” es un ser aspiracional superior que merece respeto. El nuestro. El de la sociedad. El de los dioses. Vivimos sobre la idea colectiva de que los “atletas” son mejores personas que los habitantes comunes. Ya saben, por aquello de la disciplina, el pundonor y la nobleza que genera el hacer deporte. Asociamos a los atletas como símbolos contra las adicciones, contra la violencia, las guerras y contra todo lo que está mal en el mundo. Hacer deporte te hará mejor ser humano.
Y pues, no. No me malentiendan, tampoco es que perjudique. Simplemente creo que no es variable. Nada tiene que ver. Hace más de 10 mil años que los Tigres Dientes de Sable dejaron de corretearnos por las montañas, así que, el hecho de que un ser humano recorra los 100 metros planos en 9 segundos con 58 centésimas es meramente anecdótico. No tiene ninguna utilidad. Ni evolutiva ni pragmáticamente. ¿Qué hacemos con eso? ¡Nada!. No podemos hacer nada. Lo apuntamos en un librito y ya está.
Cierto es que el ejercicio estimula la salud. Pero la individual. La de cada uno. Si uno quiere contar con un cuerpo sano debe apelar al ejercicio para lograrlo. El ejercicio nos hace más sanos. Y prolonga nuestras existencias. Eso sí es verdad. Sin embargo, el numerito que hemos armado para ver quién de los humanos salta mas alto o quién recorre una pozo lleno de agua en el menor de los tiempos, nada tiene que ver con nada. Claro, tampoco es que afecte. Aunque yo pienso un poco que sí (honestamente). Desperdiciar tanto recurso económico y material cada 4 años para ver quién carajos aguanta más barras de peso sobre sus hombros, lo encuentro un tanto pretencioso. Un tanto pendejo.
No me echaré un choro conspiracional anticapitalista sobre la organización de las Olimpiadas. No se preocupen. Simplemente lo encuentro trivial. Déjenme. Mi punto era sobre esa concepción inmaculada que los humanos hemos hecho sobre “los atletas”. Una concepción fútil que no tiene sustento con la realidad. El deporte profesional y las olimpiadas sirven para entretener a la humanidad. Son elementos lúdicos. Y ya está. Ni van a cambiar al mundo, ni nos harán mejor especie en nada. Créanme.
La situación es que, la premisa ésta de que los atletas son mejores personas que nosotros pues, es bastante arbitraria. Y utilizarlos de símbolo contra todo lo que está mal en el mundo también es bastante irónico. Seguramente los habrá buenos y los habrá malos. Oscar Pistorius dio un ejemplo de perseverancia al lograr competir en unos Juegos Olímpicos usando prótesis en sus extremidades, pero pues, también mató a su novia a balazos. Lance Armstrong, Marion Jones, Ben Johnson y una interminable lista de atletas profesionales han demostrado no estar peleados con las drogas. Hoy encontrar un atleta limpio es una utopia. Ahí les va un dato: 44 jugadores o exjugadores de la NFL han sido sentenciados a prisión por crímenes que incluyen asalto, violación, o asesinato.
Y ahí les va otro –mucho más temible-, varios de los atletas de la delegación norteamericana han declarado que piensan votar por Donald Trump. Y existen también en otras delegaciones, y claro, en otras coordenadas, atletas con posturas políticas que aterrorizarían a cualquiera. Atletas de derecha, de izquierda, nacionalistas, extremistas, radicales y cuantos más. Y yo lo único que no puedo dejar de pensar es que la mitad de ellos terminará haciendo anuncios para Coca Cola, o para Zucaritas, o lo que sea. Sí, para esas empresas que tienen sumida a la humanidad en la obesidad y la desigualdad.
Así las cosas pues he decidido que la profesión de cada uno tiene nula relevancia sobre las cosas verdaderamente substanciales de la vida. Me da igual si eres gimnasta o ingeniero o doctor o arquitecto o albañil o trabajas en un Oxxo. Las cosas que definen a un buen ser humano pasan por otras cuestiones. Dicho esto pues, no entiendo la premisa ridícula de que tendremos un mejor México si algún día ganamos una medalla de oro en barras paralelas. Ni tampoco uno peor.
México –y el mundo- no avanza porque nos distraemos aquí, en estos discursitos moralistas pendejos de corta utilidad. Malditos hipsters come productos orgánicos. No entienden nunca nada. Segundo, si la gimnasta Alexa Moreno se parece a “Mamá Lucha” de bodegas Aurrera pues es que sí, ¡se parece!. El humor es eso: encontrar la risa en todo y ante todo. Reír carajo. De uno mismo si es necesario.
No hace falta un discurso Feminazi para aleccionarnos de que no podemos/debemos hacer burla de una “mujer atleta, auténtica, hermosa y tenaz”. Sí, sí podemos. Sí debemos carajo. De eso se trata todo. La vida es humor, y eso sí nos hace mejores personas. Nadie piensa realmente ir a apedrear a la atleta por parecerse a Mamá Lucha. Ni hemos levantado una petición gubernamental para que le retiren las becas, o para que la cuelguen en la explanada del Zócalo. La niña estará bien, eso es lo importante. Todo ha sido en nombre del humor. Detengan el pancho. Debemos celebrar y proteger que vivimos en una sociedad donde podemos y debemos hacer burla a expensas de nosotros mismos. Esa es la sociedad que yo quiero. La de Charlie Hebdo, la de George Carlin, la de Germán Dehesa.
Sí que sí.
…
Saca una foto tuya para que también nos riamos un poco, Hombre de Acero.
La vida no es como nosotros quisiéramos que fuera… ¿O qué no?
To be or not to be. That is the question…
demasiadas palabras para una conclusion tan pendeja, admito que lei esta madre creyendo que era algo interesante, y como ya perdi mi tiempo solo decir que tu opinion tampoco le sirve de nada a nadie, y seguramente la mia tampoco pero considero justo opinar por mi tiempo perdido, para estar a mano.
Bueno tu eres libre de escribir las estupideces que quieras Héctor…..pero no esperes que tu «verdad» prevalezca y siente un precedente para el destino de la humanidad…..y si es bueno reirse de vez en cuando….saludos mi estimado frustrado de atleta.