“Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia” atinaba Balzac en un relativismo simplón condenando toda posibilidad real de una verdad universal (o genérica). Habemos quienes creemos que eso es asequible. Me irán a disculpar. O no, da igual. Lo cierto es que hay quienes se aproximan a esas interrogantes de las sociedades y los comportamientos culturales desde perspectivas esotéricas filosóficas (y muy profundas) que utilizan el relativismo como marco teórico, aderezado de frases ultra poderosas que terminan por convencerlo a uno de que en efecto: el problema siempre ha sido uno mismo. Frases que hoy los próceres de la