“Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia” atinaba Balzac en un relativismo simplón condenando toda posibilidad real de una verdad universal (o genérica). Habemos quienes creemos que eso es asequible. Me irán a disculpar. O no, da igual. Lo cierto es que hay quienes se aproximan a esas interrogantes de las sociedades y los comportamientos culturales desde perspectivas esotéricas filosóficas (y muy profundas) que utilizan el relativismo como marco teórico, aderezado de frases ultra poderosas que terminan por convencerlo a uno de que en efecto: el problema siempre ha sido uno mismo. Frases que hoy los próceres de la patria actual (el ciudadano de a pie) utiliza para explicar el desmadre nacional:
-“El cambio está en uno”
-“La culpa no la tiene el gobierno, debemos comenzar por nosotros mismos”
-“Nos merecemos el gobierno que tenemos”
Cierto es que, no tengo intenciones de entrar en ese debate existencial académico de si fue primero el huevo (el individuo) o la gallina (las sociedades). Creo, desde hace ya tiempo, que esos choros mareadores ultra profundos llenos de abstracciones sirven para nada. Soy un enemigo radical y extremista de la retórica. Me da un algo. Desde tiempo atrás me he convertido a la ciencia y filosofía del SENTIDO COMÚN. Pragmatismo evolutivo le llamo yo. Cualquier cosa que nos mantenga vivos como especie es la meta. Fin.
Dejando en claro mis nulas intenciones de entrar en ese debate chorero de si es el individuo causal o consecuencia de las sociedades, si me gustaría dejar en claro la capacidad (evolutiva) coherente de este, de discernir entre comportamientos. Y de atinarles su grado de relevancia real. Y de situarlos correctamente donde deben situarse. Retomando lo que exponíamos en aquella PRIMERA PARTE, de que, es hoy y es ahora, la revolución democrática de la clase media tan soñada y aclamada. Y de que, estamos ante el tremendo riesgo de caer en ese discurso escueto y simplón de: el problema no es el sistema, sino nosotros.
Acá un ejemplo:
Ese “#CityManager” devenido de la realeza cívica superior, hoy encapuchado general de las causas justas, y líder del salón de la justicia mocha Arne aus den Ruthen Haag (quien al momento, es investigado por el SAT por falta de declaraciones en el orden de los 25 millones de pesos) puso sobre el debate nacional, y sobre la mesa clase mediera, la moda absurda de buscar #Lords y #Ladys en las aceras y semáforos de nuestras calles. Y –mucho más temible aún- puso en la mirilla nacional, la imbécil y corta idea de que somos y hemos sido siempre nosotros -los ciudadanos de a pie-: la malaria nacional.
Mas allá de si su trabajo (que no lo dudo) es ir a revisar que las aceras de su delegación funcionaran en orden, y de verificar que los códigos de convivencia estuvieran al pie (que tampoco lo dudo), su histrionismo compulsivo de hacer mediática y pública discusiones tan pueriles con ciudadanos estacionados en doble fila, entra en el terreno del sospechosísimo conspiracional. Ya saben, esa de la mafia del poder y así. Lo cierto es que, esa escasa tolerancia, y esas enormes ganas de quemar en la hoguera del oprobio al ciudadano común que usa baldes o tubos para apartarse estacionamiento, terminan por comprobar la premisa mía de que la estamos cagando afuera del hoyo. Clase media: párenle al mame.
Sí hombre, vayan y limpien las calles de su barrio, y denuncien al criminal que invadió los carriles de las bicis y que no cultiva verdura orgánica en su techo. Nomás ahórrenos el teatrito de “Historias de la vida real” mientras lo hacen. No conviertan el debate mediático del Facebook en ridículo pleito de vecindad. Y sí, al que está leyendo esto, si alguna vez, por azares culeros de la vida, eres víctima cautiva de algún #CityManager panchero que amenaza con “quemarte” de por vida en el Youtube porque te dio hueva recoger las heces fecales de tu perro en el parque, siéntete libre de ponerle en su madre al #manager. YO PAGO LA MULTA (quedo de testigo). Y –sobretodo- confía en que acá, por lo menos, tendremos la cabeza suficiente para diferenciarte del #LordGuaruras que transgrede al ciudadano, o del criminal común, o -y lo remarco con énfasis- de ser la malaria nacional. Ese es mi compromiso.
El otro día veía un video de los “Supercívicos” esos (tan mainstream e inspiracionales) que acompañados de un par de personas humildes (ergo “Mayas”) buscaban entrar por la puerta de entrada de los hoteles de la Riviera Maya so pretexto de que “las playas son públicas y de todos” ah sí “y de los Mayas”, pasándose por los tanates de la ignorancia el concepto universal de “propiedad privada”. No saben, una cosa revolucionaria y de izquierda alta de primer mundo. Queriéndose pelear con guardias de seguridad y personal de servicio que seguramente gana el salario mínimo. Una verdadera cátedra avanzada de civismo y moral revolucionario. Debe usté verlo. (Link)
Lo repito: me da pánico que la verdadera revolución chaira del Facebook se vaya a la mierda por tanta bola de chillones pancheros que usan de bandera frases aspiracionales cursis como receta para cambiar al país. Clase media, te estoy hablando a ti inútil. Tan bonita que es la filosofía del sentido común.
Cálenle.
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