Dicen las encuestas (encuesta. dícese de aquellas mágicas fórmulas encapsuladoras que lo explican todo) que cerca del 30% (o “3 de cada 10 güeyes”, según la mayoría de encuestadores) de los habitantes del benemérito Estado de México, sigue pensando –ante todo vendaval- votar (sí, escuche esto) por el PRI. Así como lo oye. Después de 87 ininterrumpidos años del Partido Revolucionario Institucional gobernando la entidad, su candidato, el benemérito joven Del Mazo III, encabeza la mayoría de las encuestas estatales a gobernador. Luego entonces, extender el numerito record hasta los 93 años.
Después de 87 corridos años del mismo partido en el poder, uno pensaría que el Estado de México es una cosa así como Suiza o Finlandia o Canadá en cuanto a calidad de vida. Que Huixquilucan no tendría nada que pedirle a ciudades como Oslo, Toronto o Estocolmo, ya sabe, en términos de servicios básicos como: salud, transporte, seguridad, trabajo, acceso a oportunidades y demás. Después de todo, un tercio de su población sigue pensando que votar por el mismo partido (que sí, que durante 87 años ya los ha gobernado) sigue siendo –hoy en día- una “buena idea”. Digo, yo no me lo explico de otra forma. O la gente del Estado de México realmente cree que la ciudad de Toluca es algo así como Melbourne, y que Naucalpan, Ecatepec o Ciudad Neza son urbes que ya han alcanzado su pico evolutivo en desarrollo urbano, y que sus modelos en planificación urbana y administración pública los debería de copiar el mundo entero pero de ¡ya!. O yo no entiendo nada.
El joven Alfredo del Mazo es el tercer “del Mazo” en la línea en aspirar a la gobernatura del estado. Papá del Mazo y abuelo del Mazo ya fueron otrores gobernadores de la entidad, dejando –obviamente- excelentísimos resultados. Inmejorables. Más que perfectos. Una cosa de locos. Insuperables. Ya lo dijimos: el Estado de México no tiene pedos, es como Finlandia, Toluca es algo así como Tokio, el mundo los envidia, del Mazo forever and ever y así, ¡punto!. Háganle como quieran papaws.
Lo último que yo supe es que según un estudio realizado por el Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE) en el 2016 -donde se evaluaban índices como: calidad de vida, satisfacción con los servicios municipales, y con el desempeño de alcaldes- catalogaban al municipio de Ecatepec como “la peor ciudad para vivir en México”; seguido de Chilpancingo, Guerrero; y… sí, le atinó usted: ¡Naucalpan! también en el estado. En todos los estudios de la OCDE o la CONEVAL el Estado de México aparece siempre en los últimos lugares del país en desarrollo social, seguridad, educación, salud, calidad de vida, bla bla bla… No mame. No necesita usted ningún estudio de la OCDE. ¿Ha ido alguna vez al Estado de México?. Agarre usted su estudio valorativo de la UNESCO y préndale fuego, tome la salida a Puebla y métase a Chalco: ¡he ahí su estudio valorativo!. Si sale vivo cuente la historia. Diga qué vio. Qué olió. Qué cosas cambiaría. Cuántas dejaba igual.
¿Se acuerda usted de la niña Paulette? a la que la Procuraduría del Estado de México tardó en encontrar muerta debajo del colchón de su cama: ¡10 días!. ¿O de los disturbios de Atenco? donde las agencias de seguridad del estado mataron a 2 personas, arrestaron a más de 200, y violaron alrededor de 26 mujeres mientras se manifestaban en las calles. ¿O de los secuestradores de ciclistas en la Marquesa?. ¿Ha leído las noticias diarias de los “justicieros” que matan asaltantes por su propia cuenta en las rutas de camiones de Naucalpan, Atizapán, Tlalnepantla o Cuautitlán Izcalli?. Si le digo a usted el nombre de Arturo Montiel ¿le produce un algo?. ¿Carlos Hank González?. ¿Atlacomulco?. ¿Escoge usted Toluca como su destino vacacional de cabecera todos los años?. No me mame.
Por ahí circula una campaña de “famosos” bien simpática y millenial de #NingúnVotoMásAlPri #AlzaLaVoz, donde, básicamente, exhortan a los hermanos habitantes del Estado de México a que le paren a sus 87 años del tren del mame y le pongan un freno a esto. Un “hasta aquí” de una vez y por todas. Vaya cosa. Tengo un par de problemas con la campañita esa. Porque, como ya les pasó en el 2012 con su #YoSoy132, no se comprometen a ¡nada!. Vamos, le dicen a la gente lo que “no hay que hacer”, o sea: no votar por el PRI, y ya está. Una obviedad para muchos de nosotros. El problema está en que esto se puede confundir con no salir a votar, o –peor aún- ¡votar por Josefina! o qué se yo, uno de esos arranques súper profundo-intelectuales de los politólogos de alto mundo como Denise Dresser y “anular el voto”. Ya sabe, ese mismo que propusieron esos mismos intelectuales en las elecciones de 2015 o 2016 porque “los políticos ya no me representan”, snif. Luego entonces: ¡ganó el PRI en todos lados!. Su putamadre.
En esta vida hay que tener los huevos bien puestos, me parece. Y debe uno aprender a comprometerse con las cosas. Con la vida. Tomar riesgos. Jugarle carajo. No esconderse uno en frasesitas cursis o en movimientos sociales que no le apuestan a nada. No basta con decirle a la gente “ni un voto más al PRI”, “porfa, ya no voten más por ellos”. Habría que asumir compromisos y decir en cambio lo que sí hay que hacer, lo que uno va a hacer, lo que se debe hacer: ir a votar por ¡Delfina!. Punto. Fin.
No se quede usted en casa, anule su voto, o lo desperdicie en Zepeda. Haga útil su voto y déselo a quién tiene más posibilidades reales de quitarle la victoria al partido en el poder. Haga algo por Chalco, Ecatepec, Naucalpan y Ciudad Neza. Quiérase tantito carajo. Haga útil su voto. No lo desperdicie. No lo “intelectualice”. No lo venda al mejor postor. No le vaya a hacer a la mamada. Vote por la maestra Delfina y apuéstele a algo. Tenga tantitos huevos. Así como con Fox en el año 2000. Corra el maldito riesgo. Use su voto para algo. Vote por la maestra humilde que no lleva 3 generaciones de hombres gobernando el estado. Sí, se puede usted equivocar. Nos podemos equivocar, claro que sí. Puede que las cosas al final no salgan. Que la candidata Delfina no termine por ser eso que parece ser: el cambio. Así como con Fox, donde no lo hubo. Sin embargo, se quedará usted satisfecho de haber jugado a algo. De haber apostado por alguien. Votar por el tercer del Mazo, el PRI y otros 87 años de lo mismo es resignarse a la vida. Cruzar los brazos. Envolverse en banderas cursis de “cambio” que no cambian ¡nada!. Y todo menos eso. Ser cursis.
Esta es la verdadera batalla, mis queridos millennials: comprometerse. Con algo. Aunque en el camino nos equivoquemos. Y así luego no estarse preguntando cómo es que ganó Trump, o los Duarte, o los Borge, o los Peña Nietos del mundo. No se necesita ser #LordEmpanadas para entender que otros 6 o 80 años del PRI matemáticamente ya no nos convienen. Lo repito por si no entendieron: nada de cursilerías mamonas de #NiUnVotoMásAlPRI y mejor repita con huevos: #Salga Levante Su Trasero Este Domingo Y Vote Por Delfina. ¡Con huevos!.
Díganme si van a poder Estado de México. O mañana mismo cambio mi residencia y me registro en Huixquilucan (aunque sea algo ahí por las Lomas caray). Ya me tienen hasta el pito. Entiéndanlo. Tienen al país hasta el pito.
Carajo.
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