Te vomito yo, te vomitas tú, te vomitamos todos.
El otrora acuñador de frases demagogas célebres (y mamonsísimas) como el “resolveré Chiapas en 15 minutos” o populacherísimas como el “hoy, hoy, hoy” acusa lo mismo que ha venido acusando durante los últimos 12 años: el único, grave, y peligrosísimo problema para México es López Obrador.
Vicente Fox ganó en el 2000 a punta de demagogia. Patentó el “populacherismo” como estrategia electoral y enfundó las botas y los coloquialismos broncos como propuesta alternativa de gobierno frente al establishment. Nada de malo en ello, pues. Ganó la presidencia convenciéndonos de que él “era de rancho” y “era diferente”. Y amenazó que a punta de “honestidad, trabajar un chingo y ser poco pendejo” (Abril año 2000) le bastaría para arreglar al país en un solo sexenio. Aquella fue su campaña.
En aquellos primitivos ayeres el diagnóstico nacional era bastante común y colectivo. Todos creíamos en la misma receta: sacar al PRI. Así que nunca se nos ocurrió que, al ranchero de botas y frasecitas mamilas, había también que haberle preguntado el: cómo. Acto seguido el país se autoindujo en la idea urgentísima del “voto útil” y pum: ganó el ranchero.
En el año 2000 lo que ganó fue un “personaje” acompañado de una urgencia ineludible de correr al dinosaurio PRIista de los pinos (el establishment). Ese personaje fue un ganadero botudo y pendejón que abría la boca para prometer tonterías. Fue nuestro primer Bronco. Ganó, a final de cuentas, a punta de slogans patrioteros, misóginos y subversivos como el:
»Todavía no daremos a conocer el gabinete, vamos a darle emoción; es como las mujeres cuando están bailando: si llegan a enseñar tobillito nada más, es cuando se pone bien la cosa» (Noviembre 2000).
O el:
»El cura Hidalgo fue un promotor de la micro y pequeña industria» (Septiembre 1999).
La demagogia es quizá -por antonomasia nacional- nuestro peor y mejor defecto (eso no es culpa de Fox). Es de las cosas que más amo de este país. Nuestra interminable capacidad para decir mamadas. Decirlas y escucharlas (claro está). Somos los mexicanos, habladores de primerísima categoría. Nos encanta la mamada (sin albur). Vamos por la vida contando historias equívocas o relatando anécdotas inexistentes que nos entretienen solo a nosotros mismos. Somos prometedores profesionales de cosas que nunca pasarán. Y vamos por la vida siempre llegando tarde. Eso somos.
Los extranjeros luego no nos entienden. Nos tachan de “informales” o “poco serios”. Lo que pasa es que somos demagogos congénitos. Entiendan. Solo un mexicano sabe que si ha quedado con otro connacional de verse a las 8pm para irse a cenar, la hora estimada real de llegada es entre 8.30 y 8.45 pm. Pregúntenle a mi española mujer, que sigue sin comprender porque si los de IZZI han dicho tan oficialmente (correo electrónico de confirmación y todo) que llegan a las 9.15am, han llegado a las 11am a dejar una nota en nuestro buzón diciendo que “no estábamos”. No entiende nuestras costumbres carajo.
Sí, la demagogia es un bien y mal nacional. Individualmente útil para escudarnos de responsabilidades nunca adquiridas, pero colectivamente jodida porque nos hunde la patria. Aquél subversivo Vicente Fox al final no arregló ni Chiapas (en 15 minutos), ni al país, ni a nadie ni nada. Se fue por dónde vino y –sarcásticamente- terminó por envolverse en la bandera discursiva de ese establishment que decía combatir. Siendo hoy, su mayor promotor.
Hoy ese Fox ha tomado como propia la tarea solemne de “abrirle” los ojos al pueblo estadounidense para mostrarles lo que “verdaderamente” es Donald Trump: (sí, le ha atinado) ¡un demagogo populista!. Ahí anda, en la Fox News, y en la CNN advirtiéndoles a los gringos de NO votar por él porque solo es un “bocón” mentiroso y “falso profeta”. Eso es hoy: un abridor de ojos. Desenmascarador de falsos profetas. El antidemagogo encapuchado. A eso se dedica. A perseguir a los falsos prometedores de cosas del mundo. A andar en otros países diciendo por quién votar. ¿Y en el nuestro?. También.
12 años (e intento de desafuero) después, Andrés Manuel sigue siendo el único y auténtico problema de este país. No vaya a querer venir a descomponernos la patria. Que ni se le ocurra. Al tiempo que termina por exculpar al presidente Peña Nieto por los muertos en Ayotzinapa y por la inestabilidad social, porque (claro) cómo puede ser esa responsabilidad del gobierno. No me mame.
Hoy ese discurso tan gastado y común (pero efectivo) del “no nos vaya a pasar lo que a Venezuela” ya se usa en todas partes y en toda elección. Se ha usado en España contra el partido Podemos, en Argentina contra el Kirchnerismo o en Brasil contra el movimiento de Lula da Silva y el PT. Todos con igual grado de efectividad. Hemos agarrado a Venezuela de chivo expiatorio electoral y hoy es nuestra mejor receta contra cualquier “líder mesiánico” que quiera venir a mover el tapete.
Para Fox y el establishment del “aquí no ha pasado nada no mamen somos potencia mundial dónde vergas es Ayotzinapa” seguir repitiendo la idea de que López Obrador es Hugo Chávez es su mejor arma. Ya ha funcionado antes, la patentamos, la exportamos, y ya ha funcionado también en otros países. Sigamos con la medicina. Después de todo, el enorme terror de tener que prostituirnos en un futuro por un par de desodorantes Axe («como esos venezolanos») nos hará cambiar de opinión, y nos hará no votar por esos mesiánicos demagogos. Cruz, cruz.
A Fox ya también le da igual si ese líder no mesiánico (pero autorizado) es Panista o Priísta. Lo primordial es el establishment. Dejar las cosas como están (en donde están y con quien están). Al tiempo que se vomita en Calderón, su esposa, y toda su familia (aplausos). Lo importante es que, entiéndase, hay de líderes populistas a líderes populistas. Los que prometemos arreglar al país en 15 minutos pero nomás le hacemos a la mamada, y aquellos que en extremo revoltosos (y troskistas) luego se quieran tomar las cosas muy en serio.
No vaya a ser.
*Nota al pie.
Léanse, por las mamases de todos ustedes, cuando tengan un tiempito, la compilación hecha por el enorme Andrés Bustamante (sí, Ponchito) ¿Y yo por qué?. Un compendio de las mejores frases populacheras y demagogas del expreshidente Fox.
Acá unos ejemplazos:
-»A una vendedora de nopales que sale hoy en día a sentarse en la banqueta a vender sus productos de manera irregular, a ella le vamos a dar acceso para que pueda empacar sus productos, a que pueda echar a andar una pequeña empresa, a que pueda salir a venderlos a Estados Unidos» (Enero de 2001).
-»Estamos a unos dólares de ubicarnos en la novena posición de la economía mundial, muy cerca del grupo de ocho países que toman las decisiones sobre el futuro de la humanidad» (Septiembre de 2002).
-»A María Félix la recordaremos como la gran impulsora que fue del cambio democrático del país» (velorio de la Félix, Abril de 2002).
-‘‘Está en su punto, diría yo, está de primera, está de pelos como dicen los chavos» (en referencia al papel del Ejército en Chiapas, 5 de Enero de 2001).
-»Sí vendería Pemex, pero no el petróleo» (entrevista en La Jornada, Julio de 1999).
La mano que mece la cuna y no se despeina pensando en diferentes estrategias, por eso el mismo discurso y las fases hechas. Lo que quisiera entender es porque Bernie se ve tan presionado y el único argumento…trump es un peligro y Hillary no?